Capítulo 1708
Azula no podía creer su suerte; nunca antes había tenido una racha como esa.
Claramente, la estaban dejando ganar.
Viendo cómo Azula se fucía, Susana también quiso meterse en la jugada. “Noé, para la próxima, me toca a mí.”
Noé sonrió. “Claro.”
Josef rniró a su compadre Enzo con una ceja levantada. “¿Así que ahora quieren dejar a nuestras esposas arruinarnos? Antes de que entraran, Enzo y yo nos estábamos llevando todas las victorias.”
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“Siempre pense que Enzo era impasible ante cualquiera, pero resulta que también tiene momentos de compasión. Lamentablemente, la compasión es hacia la esposa de un amigo tuyo.”
Enzo levantó su mirada, con una mirada fría detrás de los lentes plateados barriendo a Josef. “¿Qué se necesita para callarte?”
Josef no se inmutó. “Un beso de la chica que me gusta.”
Ese comentario hizo que tanto Azula como Susana se sonrojaran.g2
Noé pasó su mano por el cabello de Susana, apartando un mechón de su frente. “Concentrate en tus cartas y no le hagas caso.”
Mauro intervino. ‘Josef, compórtate.”
Josef se encogió de hombros. “¿acaso dije algo fuera de lugar?”
Noé suspiro. “Por favor, cierra la boca.”
Susana se giró hacía Noé. “¿Qué carta debo jugar?”
Él le tomó la mano y juntos descartaron una carta.
Josef perdió el interés en el juego al ver a los demás tan empalagosos. “Ya no tengo ganas de seguir jugando.”
Noé lo provocó. “¿Te rindes después de perder unas pocas manos? ¿Tan mezquino vas a ser?”
Josef hizo un gesto de desdén. “¿A quién le importa perder unas cartas? Lo que no soporto es verlos tan descaradamente haciendo el amor con la mirada.”
Noé se burló. “La próxima vez trae a tu novia y los tres formaremos pareja contra Enzo.”
Enzo se puso de pie. “Bueno, de todos modos, tengo que volver a Puerto Mussani.”
Mauro estaba confundido. “¿Recién llegaste a Ciudad Capital y ya te vas de vuelta a Mussani?”
Enzo simplemente asintió, “sí”.
“¿Y tú, Josef?”, preguntó Mauro.
Josef agarró su chaqueta. “La chica que me gusta es muy popular y temo que otro se me adelante. Así que mejor me apuro a volver a Mejorada del Campo y saco las malas hierbas que la rodean.”
Noé se burló. “Mira qué ambicioso eres.”
Josef replicó. “Todo se debe a tu mal ejemplo.”
Mauro se resignó. “Si se van a ir, váyanse. No los voy a retener. Ya nos veremos otro día.”
Enzo se despidió. “Nos vemos.”
Josef lo siguió “Les deseo a ambos que se diviertan.”
Mauro se volvió hacia Noé. “¿Y tú qué harás?”
Noé respondió, “¿Y tú, Susan?”
Susana dijo, “Quiero jugar con Azula.”
Mauro miro a Azula, “¿Tienes planes para esta noche?”
Azula negó con la cabeza, “No.”.
Mauro propuso, “¿Entonces vamos a cenar juntos?”
Preocupada de que Azula pudiera rechazar, Susana intervino rápidamente, “Claro, vamos juntas a cenar, Azula! Al menos es más divertido que jugar a las cartas.”
Sin verse afectados por la partida de los otros dos, Mauro llevó a Azula mientras Noé hizo lo mismo con Susana, dirigiéndose hacia la siguiente reunión.
Noé miró a Susana. “¿Qué te gustaría comer?”
Susana se dirigió a Azula. “¿Tú qué prefieres, Azula?”
Azula respondió con sencillez. “Cualquier cosa está bien.”
“Sé de un lugar por aqui cerca que tiene un vegetariano buenísimo. ¿Qué les parece si vamos allá?”, sugeria Susana.
Azula se encogió de hombros. “Por mí está bien.”
Mauro no le gustaba que Azula siempre se dejara llevar por los demás sin expresar su propia opinión. “Si tienes un antojo, dilo sin miedo. No tienes que estar de acuerdo con todo el mundo.”
Azula estaba acostumbrada a seguir la corriente, porque durante los dieciocho años anteriores, nadie nunca le había dado la opción de elegir.