Capítulo 1692
Azula siempre tenia claro lo que era suyo y lo que no. No aceptaba lo que no le pertenecía ni pedía más de lo que
merecía.
Mauro dijo, “Te permito que hagas más peticiones.”
Azula respondió, “Gracias por su generosidad, señor Mauro, pero hay reglas en la empresa que no se deben romper. Incluso si nos conocemos.”
Mauro aclaró, “No te ofrezco más peticiones porque nos conocemos, sino porque admiro tu trabajo.”
Al escuchar que se trataba de un reconocimiento de su trabajo, Azula le esbozó una sonrisa radiante y sincera hacia Mauro, “Gracias, señor Mauro, por apreciar lo que hago. Estoy muy satisfecha con la remuneración que me ofrece su
empresa.”
“¡Qué ingenua!” Mauro murmuró.
El valor de mercado de sus letras y música era mucho mayor de lo que él ofrecía. Podría haber pedido más, pero se negaba por pura terquedad. Si eso no era ser ingenua, ¿qué era?
Azula no dijo nada.
Mauro dijo, “Bueno, si no tienes objeciones, ahora Nerea te llevará a firmar el contrato. Una vez firmado, te pagaremos un adelanto y el resto cuando la canción esté producida y lanzada.”g2
Azula asintió, “Está bien.”
Él dijo, “Nerea, de ahora en adelante, tú te encargarás de trabajar con Azula.”
“¿Azula?” La empleada preguntó.
Mauro respondió, “Si, Libertad.”
Cuando Nerea miró a Azula, algo en su mente hizo clic, “No me digas que Libertad es la prometida que tu familia eligiö para ti, ¿Azula?”
Azula había usado un seudónimo para evitar que la gente relacionara su trabajo con la familia Piñales, pero aun asi
había sido descubierta.
Suspiro…
Por suerte, Mauro parecía entenderla, “En el trabajo, se la reconocerá como Libertad. No dejemos que su otra identidad ecl*pse su capacidad laboral.”
Nerea, “Entiendo.”
Azula no pudo evitar observar a Mauro. Oír esas palabras salir de su boca era algo que antes ni siquiera se hubiera
atrevido a soñar.
Él, al igual que ella, no podía escapar de las obligaciones familiares.
Pero también era diferente. Ella sufria en silencio, mientras que él luchaba a su manera.
Quizás Mauro no era tan arrogante como ella pensaba.
Él solo estaba tratando de protegerse a sí mismo.
La firma del contrato fue muy fluida, y Azula recibió el pago inicial sin problemas.
Para Mauro, esa cantidad podia no ser mucho, pero para ella significaba mucho.
Lo primero que pensó al recibir el dinero fue en su hermana Esmeralda, con la ilusión de poder traerla a vivir junto a ella en la Ciudad Capital.
Pero la vida era impredecible.
No obtuvo respuesta cuando intentó contactar a Esmeralda, quien contestó a la videollamada fue su madre, diciendo
manera fris, “Azula, no tienes nada mejor que hacer después de comer que no sea molestar?”
Ese teléfono era un regalo secreto de Azula a Esmeralda, pagado con el dinero que había ganado por su cuenta. La familia Mandes no sabía que Esmeralda tenía un teléfono.”
Pero, si el teléfono ahora lo tenía Bárbara, eso significaba que algo le había sucedido a Esmeralda. Azula se desesperó y olvidó las formalidades, “¿Dónde está Esme?”
“Está muy bien, no necesitas preocuparte innecesariamente, por ella” respondió Bárbara con una voz tan fría y desprovista de emoción como la de una máquina.
Azula insistió, “¿Dónde está Esme? Es solo una niña, ¿qué le han hecho?”
Bárbara, “Somos sus padres, ¿qué crees que podríamos hacerle? La estamos cuidando muy bien. En cuanto a ti, no olvides el propósito por el que te enviamos a la Ciudad Capital. Haz lo que tienes que hacer y no te metas en lo que no
te incumbe.”
Azula no confiaba ni una palabra de lo que decía Bárbara, “Diganme la verdad, ¿qué le han hecho a Esme?”