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Boda Relampago: El Lazo Inesperado Capítulo 1683

Capítulo 1683

arun ago grande de agua para enjuagarse la boca antes de hablar “Gracias por tu amabilidad!

estres, después de votar me sentré mejor no necesito ir al hospital.

Frase antes de cue Mauro la interrumplera. Segura que no quieres que te lleve?”

Azula respondio. No es que no quiera que me leves, es que no necesito ir al hospital ¿Te molestaría llevarme de

osita a la universidad?

Steenomento Azula no estaba segura de si aquellos tipos realmente se habian ido En un momento tan peligroso no iba a ser tetona como para rechazar la propuesta de Mauro

Aunque esta chica estaba tan asustada que vomito, su tono sonaba como si nada le hubiera pasado. Tal vez se

encontraba un poco asistada, pero no estaba llorando, lo cual la hacia más fuerte de lo que él había pensado.

Meuro, mostrando una rara amabilidad, dio, Levántate y vamonos

Azula intento ponerse de pie, pero se sentia debil y no pudo mantenerse en pie.

Elle levanto la cabeza y parpadeo con sus ojos llorosos, mirando a Mauro con una expresión de suplica, “No puedo sostaneme mis piemas estan temblando, ¿podrías ayudarme a levantarme?”

Mauro solito und

sarcastica, “Azula, dejate de juegos, no me impresionas con eso. “g2

Quien esta jugando? Realmente no puedo levantarme. Sin prestar atención a la arrogancia de Mauro, Azula extendió su mano hacia el “Ayúdame, no te vas a morir por eso.”

Con la mano va extendida, Mauro no tuvo más remedio que tomaria.

Sus manos eran grandes y las de ella pequeñas y suaves. Mauro pod a envolver completamente su mano, y con un fuente tiron la ayudó a levantarse

Quizas no calculo bien su fuerza o fue demasiado brusco.

O tal vez fue porque ella realmente no podia mantenerse en pie y terminó cayendo pesadamente en sus brazos.

La suavidad de la contra la firmeza de el contrastaba notablemente al chocar

Mauro se quedo paralizado por un segundo y luego la aparto de un empujón.

Azula, sin haberse estabilizado, volvió a caer al suelo.

Lejos de mostrar compasión, Mauro fue el primero en retaria, “¿No dijiste que no estabas jugando? Azula, ese truco tal vez funcione con otros hombres, pero conmigo no tiene ningún efecto. Te aconsejo que dejes de intentarlo, no querras verme enojado.

Azula estaba tan enojada que apretó los dientes

¿Este hombre tenía algún problema?

Fue él quien la agarró con tanta fuerza que la hizo perder el equilibrio.

Ella no le culpó por eso, pero el ahora la estaba culpando a ella.

Estaba aprovechandose de la situación y aun así se hacía la víctima.

Mauro preguntó con sarcasmo, ¿Te sientes culpable?”

Azula decidió ignorarlo.

Mauro insistió. ¿Ya no hablas? Si te gusta tanto estar callada, ¿para qué tienes lengua? Sería mejor que te la cortaras y se la dieras a alguien que realmente la necesite.”

Afortunadamente, Azula había recuperado algo de fuerza Apoyándose en el pasto, se levantó con esfuerzo y se secudió la hierba de la ropa, “¿Acaso yo queria lanzame a tus brazos? Claramente fuiste tú quien me arrastro con fuerza. Si quieres aprovecharte de mi, dito claramente en lugar de echarme la culpa.*

Mauro no pudo evitar reírse ante su provocación, Yo querer aprovecharme de ti? Azula, mirate en el espejo sabes lo

Capitulo Toas

patética que te ves ahora?”

Azula solo podía morderse la lengua.

No había forma de que pudiera verse a sí misma en ese momento, pero sabía muy bien lo desaliñada que estaba.

Estaba a punto de replicar algo cuando el tono de llamada de su teléfono celular sonó en el bolso. Sin duda, era su compañera de cuarto Isabel, “Azula, ¿por qué no has llegado todavía? ¿Te perdiste? ¿Quieres que vayamos a buscarte?”

Al oir la preocupación de su compañera de cuarto, Azula, que había estado reprimiendo sus emociones, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, “Cecilia, me encontré con un conocido y tengo que resolver algunos asuntos, así que no iré a la parrillada.”

Isabel preguntó, “¿Quién es ese conocido? Aparte de nosotras, ¿tienes a alguien más en Ciudad Capital?”

Azula respondió, “Te lo contaré más tarde cuando vuelva al dormitorio,”

Isabel sugirió, “¿Quieres que te guardemos algo para llevar?”

Azula contestó, “No es necesario, no tengo hambre…”

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