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Boda Relampago: El Lazo Inesperado Capítulo 1659

Capítulo 1659

Doña Martina volvió a mirar a Doña Rosalía con un brillo desafiante en los ojos. “Cuñada, tú sí que sabes cómo jugar tus cartas, enfrentarme a ti es como desafiar a un zorro astuto de mil años. Yo aún soy muy inexperta.

“Martina, no empieces a lanzar acusaciones sin fundamento. Todos sabemos muy bien lo que ha estado haciendo tu familia durante estos años, replicó Rosalia, cada vez más alterada. “Si descubro que la muerte de Satu tiene algo que ver con ustedes. te aseguro que pagaréis por ello experimentando una situación similar.”

No había nada más trágico para una madre que enterrar a su propio hijo.

Al cir esto, Martina se encendio en furia. “¿Qué estás diciendo, Rosalia? Repite lo que acabas de decir, si te atreves

La mirada de Rosalia se endurecio ¿Acaso no he sido lo suficientemente clara?”

La ira de Dona Martina era tal que las palabras salieron de su boca sin filtro. “Tu hijo no tenía un destino largo, gano dinero, pero no tuvo tiempo de disfrutarlo No metas a mi hijo en estos asuntos.”

Ninguna madre podia soportar que le dijeran que su hijo estaba condenado a una vida corta.

Rosalia, olvidando toda compostura, le solto una bofetada a Martina. Martina, retira lo que dijiste de inmediato, jo te juro que te arranco la lengua!”

Martina, que nunca habia tolerado tal humillación, levantó la mano para devolver el golpe.g2

Pero Aitana, rapida como un rayo, agarro la mano de Martina. “Martina, si Lisandro se entera de que llamaste a Satu un condenado a morir joven, ¿crees que te perdonará?”

En la familia Pinales, todos sabian que el abuelo Lisandro adoraba a su nieto Saturnino más que a nadie.

Saturnino había sido criado desde su nacimiento para ser el heredero, pero el destino quiso otra cosa.

Con la muerte de Saturnino, el golpe para el abuelo Lisandro fue tan devastador como para los padres del muchacho

Si Lisandro se enterara de que alguien habia calificado a su nieto del alma como un condenado a morir joven, no habia duda de que no dejaria pasar tal insulto.

Fue entonces cuando Doña Martina comprendió la gravedad de sus palabras. “Yo… Yo…”

Queria apaciguar la situación, y aunque le costaba, sabía que no podía devolver el golpe. “Rosalia, perdi el control de mis palabras. Pido disculpas a ti y a Satu…”

Rosalia respondió friamente, “¿Crees que con una simple disculpa todo quedará resuelto?”

Si no fuera por el respeto hacia el abuelo Lisandro, Martina jamás le habría ofrecido una disculpa.

Ahora que habia cometido un error, no tenía más remedio que hacerlo. “Rosalía, entonces, ¿qué quieres que haga?”

Rosalia deseaba vengar a su hijo, pero sin pruebas, no podia actuar. “Independientemente de la posición que Azula tuviera en la familia Mandes, ahora que ha llegado a la familia Pinales y es la prometida de Mauricio, te pediria que la trates con el respeto que merece.

Martina frunció el ceño con desdén y dijo: “Ni siquiera Mauricio cuida de su prometida, y tú, su madre, te preocupas tanto. ¿Estás tan segura de que Azula podrá concebir? Y aunque lo logre, ¿cómo sabes si dará a luz a un niño?

Doña Rosalia fue tajante, “Los demás asuntos no son de tu incumbencia, solo recuerda bien mis palabras

Martina, resignada, respondió: “Está bien, te haré caso. Seré más respetuosa con ella y no volveré a ofenderla delante de los demás.”

Rosalia la despidió con un gesto. “Puedes irte.”

Mientras Martina se alejaba, murmuro para sí, “Rosalía, espérame! Cuando nuestra rama de la familia tome el control del Grupo Pinales, haré que tú y tu familia lo lamenten.”

Rosalía observó la figura que se alejaba y sintió cierta preocupación y dijo: “Altana, ¿crees que irá a chismear con Don Lisandro?”

Aitana la tranquilizó, “Ella fue quien cometió el error, no se atreverá. Rosalla, si pusieras un poco de atención, te darías cuenta de que a Don Lisandro le encanta Mauricio. Si Walter Pinales o Samuel hubieran hecho la mitad de lo que Mauricio ha hecho o dicho, ya les habrian castigado.”

Rosalía exhaló aliviada, pero entonces, un pensamiento cruzó su mente, recordando las palabras de Martina, “Oye, Aitana, ¿y si Azula no queda embarazada esta noche? ¿Y si queda, pero no es un varón? ¿Qué vamos a hacer?”

Aitana tomó la mano de Rosalía y la acarició suavemente, “Cuñada, confia en mi. Si sigues mi plan, todo va a salir bien. Si no pasa esta noche, todavia tenemos muchas oportunidades. Todavía nos quedan seis meses, ¿sí?”

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