Capítulo 1653
En este mundo, hubo cosas que, aunque las veías, era mejor hacer como que si no las hablas visto, porque las consecuencias podían ser fatales.
Mauro se subló al coche y cerró la puerta con un golpe seco. “Vámonos”
El conductor obedeció al instante, poniendo el coche en marcha sin decir una palabra, una actitud muy diferente a la que tenía cuando trataba con Azula.
Observando cómo el coche de Mauro se alejaba, el amigo que le había abierto la puerta a Mauro le dijo a Alano, ¿Viste lo que yo vi, Alanito?”
Alano preguntó, “¿Qué viste?”
El chico se acercó y le susurró al oído, “La nueva chica hermosa que habló en la ceremonia de apertura del curso con Maurito, ¡estaba en el coche!”
Alano advirtió, “Eso mejor guardatelo y no se lo digas a nadie más.”
El chico asintió, “Ni loco diría nada.”
Alano confirmó, “Así me gusta g2
El chico continuó, “Pero tengo curiosidad, ¿no es que a Maurito no le gustaba esto de los amores? ¿Cómo es que tan rápido le echo el ojo a la nueva? ¿Será que ninguna otra le habia llamado la atención antes y esta vez Mar Azul lo hechizó?
Alano sabia la verdad, pero no podía revelarla, “¡Cállate ya! ¡Vámonos!”
Rápidamente, el chico siguió a Alano.
Después de que se marcharon, dos chicas aparecieron desde una esquina cercana.
La que iba adelante era Helena.
Ella miraba con una mirada gélida el coche en el que Mauro se habia ido. Sus manos temblaban de rabia junto
a su cuerpo, sus uñas estaban clavadas en la palma de su mano sin sentir dolor, “Esa maldita Azula se atrevió a engañarme!”
La chica detrás de ella, cautelosa, preguntó, “¿Quieres que le dé una lección a esa zorra?”
Helena mordió su labio, “Sin que se note que fuimos nosotras.”
La chica asintió, Tranquila. Nadie sabrá que fuimos nosotras.”
“Helena…”
Alguien la llamó desde atrás.
Helena respiró hondo y se volteó con una sonrisa dulce en el rostro, “Compañera, ¿necesitas algo?”
La conocía, era iria, la compañera de cuarto de Azula.
De las cuatro que compartían la habitación con Azula, Iria era la que menos tiempo pasaba en la residencia y
no era tan cercana a las otras tres.
Justo cuando Helena buscaba a alguien para investigar sobre Azula, Iria se le presentó.
Como si hasta los santos quisieran ayudarla.
tria dijo, ‘Helena, soy nueva este año, pero ya había oído hablar mucho de ti. Dicen que eres súper amable y siempre estás dispuesta a ayudar a los demás. Pensé que sería genial si pudiéramos ser amigas.”
Helena pregunto, ¿Cómo te llamas?”
In resporidió, “Soy Iria. ¿Podemos intercambiar contactos? Me caes súper bien.”
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Helena sacó su móvil, “Claro.”
Pronto intercambiaron números.
Helena sonrió, “Ahora somos amigas. Cualquier cosa que necesites, puedes decirmelo.”
Iris agradeció, “¡Gracias, Helena!”
En el momento apropiado, otra de las chicas dijo en voz baja “Eres increíble, siempre pensando en los demás
antes que en ti.”
Helena restó importancia, “Mis cosas son nimiedades.”
Iria ofreció, “Helena, si hay algo en lo que pueda ayudarte, también puedes contar conmigo.”
La chica preguntó, “¿En serio?”
Helena le lanzó una mirada severa y luego sonrió a Iria, “Estoy bien. Iria, vamos a la cantina a comer, ¿te unes?” Ella, emocionada por la invitación de su admirada Helena, aceptó de inmediato, aunque no tenía hambre,
Claro que si, yo también iba a comer!”