Capítulo 1624
Aitana insistió, “Cuñada, ¡no puedes ser tan pasiva! Mira a mi hermano y su esposa, apenas el abuelo terminó de comer y bostezó, ellos ya están mimándolo por todos lados.
El abuelo sabe que no le tienen verdadero cariño, pero igual disfruta de sus atenciones, ¿sabes?
Rosalía estuvo de acuerdo, “Si ellos cuidan al abuelo, nosotros podemos estar mas tranquilos, ¿qué tiene de malo eso?”
Al escuchar eso, Aitana se impacientó de verdad, “Mi sobrino se nos fue, mi hermano mayor está destrozado por eso y su salud ahora está tan mal qu apenas sale de casa, imposibilitado de meter mano en los asuntos del negocio familiar.
Y Mauro es tan terco, sabiendo bien que su abuelo tiene un montón de quejas con él, sigue desafiandolo.
Si sigues tan despreocupada, sin pelear ni competir, al final no vas a tener ni una migaja de la herencia”
Al mencionar a su hijo, el rostro de Rosalía cambió, pero su voz seguía siendo suave, “Tenemos nuestra casa, nuestro carro y ahorros. Incluso si no no: toca ni un centavo en el futuro, no nos vamos a morir de hambre.
En cuanto al derecho de herencia, si no nos toca, pues no nos toca. Que Mauro esté sano y salvo es todo lo que deseo”
Esa táctica no funcionó, así que Aitana dijo, “¿No te preocupa que tu linaje se acabe?”g2
Rosalía se exalto, “Aitana, ¿a qué te refieres con eso?”
La mujer continuó, “Solo tienes a Mauro. Si se casa con una mujer que no puede tener hijos, ¿no se terminaría entonces tu linaje?”
Rosalía se quedó pensativa un momento y luego dijo, “Voy a hacer que un médico le haga un chequeo a Azula. Si después de dos años, cuando lleguen la edad legal para casarse, todavía no hay noticias de un bebé, entonces veré qué hacemos.”
Aitana soltó una risa fría, “Estás dispuesta a darle a la chica de la familia Mandes dos años, pero ¿quién te dará dos años a ti?”
Rosalía no respondió.
Aitana continuó, “Cuñada escúchame, dale a esa chica solo seis meses.
Si después de seis meses no hay noticias de un embarazo, yo me encargaré de encontrar a otra. Al menos mi padre escucha un poco de lo que digo.” Antes de escuchar la respuesta de Rosalía, se oyeron pasos acercándose y Azula se apresuró a caminar hacia ellos, topándose de frente con el mayordomo.
El mayordomo miró detrás de ella con cierto disgusto, “Señorita Azula, ya hemos empacado sus cosas. Ahora el chofer la llevará a la residencia del Sr. Mauro.”
Azula no esperaba que la fueran a enviar esa misma noche a la casa de Mauro y aunque internamente no queria, simplemente dijo “está bien”.
En el camino a la casa de Mauro, no podía dejar de pensar en la conversación entre Rosalía y Aitana.
Azula había visto noticias sobre el hijo mayor de Rosalía y hermano de Mauro, al parecer, habia fallecido de repente a principios de año.
Tan solo tenía veinticuatro años cuando dejó este mundo.
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Ahora solo quedaba Mauro y Rosalia seguramente querría que extendiera la familia pronto.
Azula no sabia cómo Rosalía respondería a Aitana, pero sabía que ni la familia Pinales ni la familia Mandes la consideraban una persona
A sus ojos, Azula no era más que una herramienta.
Y si una herramienta ya no es útil, puede ser reemplazada o desechada en cualquier momento.
Si la familia Pinales la devolvía, entonces no tendria a dónde ir.
Por eso tenía que encontrar un camino para sí misma antes de que ese día llegara.
¡Quería vivir!
¡Vivir bien, con dignidad!