Capítulo 1562
Irma de repente la llamó a Rosa: “Rosa, ven a mi cuarto por un momento.”
“Claro.” Rosa se levantó de inmediato, siguiendo a Irma al tercer piso hasta su habitación. “¿Qué pasa, mama?”
Irma la miró fijamente. “Quitate esa bufanda, veamos ese sarpullido en tu cuello.”
Rosa, sintiéndose culpable, casi instintivamente se cubrió con la bufanda. “Mamá, ¿te gusta mi bufanda? Si la quieres, mañana te compraré una nueva, exactamente igual a la mía.”
Irma le contra preguntó: “¿Quién quiere tu bufanda?”
“¿Entonces qué quieres?“, preguntó Rosa.
Irma fue al grano y preguntó “¿Josef ha venido a verte?”
Rosa, sorprendida por la perspicacia de su madre, tardó algunos segundos en responder, y cuando lo hizo, negó vehementemente. “No, no mamá, por supuesto que no. Tú sabes que ha estado desaparecido durante meses. ¿Cómo podría venir a buscarme?”
Irma dijo: “Puedes engañar a otros con tus pequeños trucos, ¿pero crees que puedes engañarme a mi? Te conozco, sé lo que estás pensando “g2
Rosa no dijo nada..
Irma le dijo de nuevo, “Quítate la bufanda.”
Ante la firmeza de Irma, Rosa no tuvo más opción que obedecer a su madre y se quitó la bufanda, dejando a la vista las marcas en su cuello.
Irma se sobresaltó al verlas. “¿Así es como juegan los jóvenes ahora?”
“Bueno… No todos juegan asi… Tal vez solo Josef…“, dijo Rosa tratando de explicarse.
Irma levantó la mano y
dio un golpecito en la frente. “Después de todo lo que has pasado con ese hombre, ¿todavia encuentras la manera de seguir con él? ¿No tienes miedo de tropezar otra vez?”
Rosa abrazó a Irma. “Mamá, no te enfades, esta vez lo tengo todo controlado.”
Irma estaba muy preocupada. “No estoy enfadada, solo me preocupa que te hagan daño. ¿Tomaste precauciones anoche?”
“No, no lo hice.” Rosa negó con la cabeza.
Irma suspiró con frustración. “Puedes ir con él para satisfacer tus necesidades fisicas, pero también debes protegerte. En caso de que te quedes embarazada, la que sufrirá serás tú.” Irma soltó un suspiro de desaliento. “Voy a salir a comprarte la pildora del día después…”
“Mamá, quiero tener un bebé.” Rosa la interrumpió.
Irma se quedó sorprendida. “¿Qué has dicho?”
“Mamá, escúchame antes de enfadarte, por favor.” Rosa se apresuró a decirle.
Irma no estaba enfadada, solo estaba preocupada de haber entendido mal o que Rosa, por su inmadurez, tomara una decisión de la que luego se arrepintiera. “Explicate con calma.”
Rosa explicó: “No quiero casarme, pero quiero tener un hijo y criarlo por mi cuenta, sin su padre. Sé que esto seguramente me convertirá en el tema de conversación del pueblo…”
Irma la interrumpió. “La gente hablara, y tú no puedes controlarlo. Lo primero que debes considerar es si tienes la capacidad de criar a un niño por tu cuenta. ¿Puedes asegurar que el niño crecerá sano y feliz? ¿Puedes garantizar que no se verá afectado por la ausencia de su padre y cosas por el estilo?”
Irma era una mujer de campo común y corriente, sin mucha educación formal. Desde pequeña, trabajó con su padre como carnicera siendo conocida como “la hija del carnicero“.
En el pasado, las casamenteras no querían buscarle pareja, decían que ella estaba llena de una energía negativa que no era buena para la maternidad.
Pero esta mujer, sin mucha educación y que nunca había salido de su entorno rural, al escuchar la petición de su hija, no consideró que el deseo de Rosa fuera inmoral; tampoco pensó en lo que la gente del pueblo podría decir sobre ella; ni siquiera se preocupó por su reputación.
Solo por esto, ya era mejor que muchos padres.
Rosa la abrazó. “¿Por qué eres tan buena, mama? ¿Por qué no puedes regañarme un poco?”
Irma le acarició la cabeza. “Ya eres una adulta, no puedes andar haciendo pucheros. Piensa cuidadosamente en lo que te he dicho. Si estás segura de que puedes manejarlo y asumir las consecuencias de tu decisión, entonces apoyaré todo lo que decidas hacer.”